No te recuerdo.
No
No es que no te quiera...
es que ya no te recuerdo.
Apenas
pasaron 232 horas
desde que me dejaste.
Y te aseguro
que ya no te recuerdo.
no me acuerdo de ti
cuando me pongo
la camisa negra
que me regalaste
o sobre mi barba
rocío la loción
de marca desconocida
que en mi cumpleaños
me diste.
O cuando miro la hora
en el reloj Kjsh,
con carátula negridorada
que engalana mi muñeca
o para cubrirme del frío
cubro mi espaldas
con la chamarra azul
quemada de cigarro.
Te juro,
ya no te recuerdo.
ni siquiera
cuando miro la luna,
que bien es cierto,
no me regalaste,
pero me enseñaste a verla
tras los espejos de la mirada.
Ni siquiera te recuerdo
cuando escucho mi voz
en la grabadora
que guarda
los poemas
que declamo
junto a Cristobal.
EL amor está hecho
de partículas cotidianas,
que se olvidan
a la vuelta de la manzana.
(la prohibida, la de Eva),
no la que circunda tu casa.
No te recuerdo
ni cuando
me llamo por mi nombre,
¡qué dulce pronunciabas!
Ni cuando me bebo completo
el trago de la esperanza
ni cuando voy a los campos,
a las playas,
y espanto fantasmas
iluminados
de sol
o de anuncios de neón.
No te recuerdo
en ninguna parte
de este cuerpo
que fue tu casa,
y que ahora es mi casa solitaria,
ya no te recuerdo
y me mata el gusto
de no recordarte nada.
Julio César Sarmiento Esquinca
Copyright © 2008
Derechos Reservados
No
No es que no te quiera...
es que ya no te recuerdo.
Apenas
pasaron 232 horas
desde que me dejaste.
Y te aseguro
que ya no te recuerdo.
no me acuerdo de ti
cuando me pongo
la camisa negra
que me regalaste
o sobre mi barba
rocío la loción
de marca desconocida
que en mi cumpleaños
me diste.
O cuando miro la hora
en el reloj Kjsh,
con carátula negridorada
que engalana mi muñeca
o para cubrirme del frío
cubro mi espaldas
con la chamarra azul
quemada de cigarro.
Te juro,
ya no te recuerdo.
ni siquiera
cuando miro la luna,
que bien es cierto,
no me regalaste,
pero me enseñaste a verla
tras los espejos de la mirada.
Ni siquiera te recuerdo
cuando escucho mi voz
en la grabadora
que guarda
los poemas
que declamo
junto a Cristobal.
EL amor está hecho
de partículas cotidianas,
que se olvidan
a la vuelta de la manzana.
(la prohibida, la de Eva),
no la que circunda tu casa.
No te recuerdo
ni cuando
me llamo por mi nombre,
¡qué dulce pronunciabas!
Ni cuando me bebo completo
el trago de la esperanza
ni cuando voy a los campos,
a las playas,
y espanto fantasmas
iluminados
de sol
o de anuncios de neón.
No te recuerdo
en ninguna parte
de este cuerpo
que fue tu casa,
y que ahora es mi casa solitaria,
ya no te recuerdo
y me mata el gusto
de no recordarte nada.
Julio César Sarmiento Esquinca
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Derechos Reservados
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